Qochiñilae, Pcia. Roca
En la Provincia del Chaco, desde el año 2017 un grupo de familias Qom de Pampa del Indio y Pcia. Roca, incorporaron a sus chacras la siembra de algodón, sin uso de agrotóxicos; allí nace la experiencia "NO¨OXONEC-ALGODÓN DE FRONTERA" con el objetivo de producir en forma amigable con el ambiente, fomentar la agroecología y lograr que el agregado de valor sea 100% chaqueño. En este blog vamos a ir contándote sobre esta experiencia.
jueves, 31 de marzo de 2022
AGROECOLOGÍA: Cuando el futuro camina a nuestro lado.
AGROECOLOGÍA:
Cuando el futuro camina a nuestro lado.
Por: Jorge Luis Migueles
Médico cirujano, especialista en medicina general y salud comunitaria
1.
“El planeta no nos
necesita, nosotros necesitamos del planeta”.
Más de una vez
escuchamos esta frase en algunos discursos, especialmente después de la
Conferencia de Estocolmo en 1972 en que la ONU conforma el PNUMA (Programa de
Naciones Unidas para el Medio Ambiente). Más aún desde el 2009 cuando - a
propuesta de Evo Morales- la Asamblea General de Naciones Unidas declara el 22
de abril como “Día de la Madre Tierra”. Los 26 Principios y las 109
Recomendaciones “acordadas” en 1972, quizás soslayaron que regía en el mundo
una ley no escrita. “lo que capitalismo
non da... recomendaciones non presta…”, y el ADN depredador en lo social y
en lo ambiental que el capitalismo siempre tuvo desde sus inicios
mercantilistas, se desnuda en todo su esplendor, expandiéndose cual magma
devastador, en esta etapa globalizada, financiarizada e hiperconcentrada. Etapa
que muchos creen se inicia en la crisis del petróleo de 1974, se acelera desde
la caída del muro de Berlín en 1989, y ahora seguimos viviéndola en tiempo
real.
En la mayor parte de su existencia, fueron los seres humanos los que se adaptaron a la naturaleza (cazadores y recolectores), pero sin dudas, desde el surgimiento de la agricultura – actividad insustituible si las hay- hace poco más de 10 mil años, se inició otro proceso que intenta que la naturaleza se adapte a las necesidades de una de sus criaturas: el autopercibido “homo sapiens”. Por muchos miles de años, el “know-how” reconocido en la humanidad era el que surgía de la selección natural, respetando los ritmos y los ciclos de cada especie. Era el sentido común para la convivencia aceptada entre seres humanos, los demás seres vivientes, los elementos inertes, y especialmente con las más de 50 mil especies comestibles que fue detectando la humanidad en su devenir en el planeta. Que actualmente “el 90 % de la demanda de energía del mundo está satisfecha por solo 15 cultivos”[1] y que “…dos tercios de nuestro consumo calórico es provisto por 3 cultivos: arroz, maíz y trigo...”[2], nos da la pauta de la transformación sistémica que se produjo globalmente en el nanosegundo cósmico que suponen estos últimos 300 años de nuestro territorio astral, llamado Tierra.
2.
"Es más fácil
desintegrar un átomo que un prejuicio”.
Esta frase de Albert Einstein, citado en el libro que editan los Ingenieros Agro ecólogos Sarandon y Cecilia Flores de la Universidad Nacional de La Plata[3], nos ilustra la magnitud del desafío que implica un cambio de paradigma como es el que intenta actualmente la Agroecología: más de 500 años de instalación de que “el hombre debe someter a la naturaleza”, más de 300 años de racionalidad capitalista (que filosóficamente podrá contarse como “pienso, luego existo”, pero que llevado a la geopolítica se traduce en “conquisto, luego extraigo”). Más de 100 años de pensar que la economía solo se puede medir por el PBI, más de 60 años vertiginosos de “revolución verde” que nos instaló en nuestros territorios y en nuestras cabezas (de ingenieros, investigadores, productores y consumidores inclusive) las supuestas ventajas del uso intensivo de agroquímicos, el monocultivo con híbridos de alto “potencial en rendimiento”. Modelo de “agricultura química” que exigía inevitablemente mecanizar procesos, alta tecnología y modificar artificialmente el contexto ambiental que lo rodea. Este proceso, de por sí insustentable en lo productivo, se tornó dramático con la incorporación de los OGM (Organismos Genéticamente Modificados) en los ’90, cuyo paquete tecnológico incluía masificación del monocultivo, intensificación de agrotóxicos, contaminación de aguas y aires, empobrecimiento de los suelos, incremento de malezas resistentes, y gravísimas alteraciones de la salud humana, así como la deforestación masiva - por la búsqueda también tóxica - de una rentabilidad cortoplacista a cualquier precio, que termina siendo un tiro en los pies del propio “capitalismo”, ya que al romper los equilibrios se incrementaron los desastres agropecuarios de la dupla “inundaciones/sequías” extremas. El solo dato de que Argentina pasó de usar 75 millones de litros de pesticidas en 1995 (con el glifosato y clorpirifos como buques insignias), a 450 millones en la actualidad, nos ilustra a qué volumen de lluvia deletérea estamos expuestos. Toxicidad que llega a nuestro “plato fumigado”, al decir del grupo “Naturaleza de Derechos”, que sistematizó 7.876 reportes del SENASA (entre 2011 y 2017) encontrando 82 agrotóxicos diferentes en 38 frutas y verduras[4].
Por ello, a la inicial insustentabilidad productivista, vino a sumarse la insustentabilidad social y ambiental, cuyos costos (“externalidades negativas” se dice, sugestivamente), si los incorporamos como se debe, también la torna inviable económica y financieramente.
3. Una disputa tan
eterna como el agua y el aire:
Jorge Luis Borges escribió alguna vez en su poema “Fundación mitológica”, “…A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires/la juzgo tan eterna como el agua y el aire…” La disputa sobre tipos de organización social y de los modelos productivos que la sustenten, se parece de alguna manera a esa eternidad del agua y el aire. Diversas culturas siempre auspiciaron prácticas cuidando la salud de los ecosistemas: tradiciones orientales que sintetizó Fukuoka con sus planteos de “agricultura natural”, tradiciones indoeuropeas que se expresaron en los trabajos de Steiner en el enfoque de “agricultura biodinámica”, y tradiciones centenarias de pueblos originarios de nuestra Abya Yala como “la milpa” en Mesoamérica (milpa en el idioma náhuatl quiere decir “sembradío”, un sistema natural de policultivos que se complementaban y enriquecían mutuamente). Estas y otras prácticas, continúan y preservan su identidad y hasta sus doctrinas. Que la ONU ponga en su agenda en 1972 la cuestión ambiental (NR: recordar que desde entonces se conmemora el 5 de junio como el Dia Mundial del Medio Ambiente), ya nos señala la etapa crítica de la “convivencia” de los modelos de producción y los costos ambientales. También desde los años ’70 comenzó a usarse con más frecuencia el término agroecología, concepto que progresivamente y sin proponérselo, fue dándole una identidad y/o un lenguaje más ecuménico a prácticas muy tradicionales, algunas milenarias, a enfoques ecológicos previos de la agricultura, dotándolas de bases científicas, incorporando la dimensión sociocultural y la dimensión de ecosistemas en el desarrollo (Miguel Altieri,1982/ Eduardo Sevilla Guzmán, 1990)[5] . Miguel Altieri, desde su obra[6] escribe "…la Agroecología es una disciplina que provee los principios ecológicos básicos para estudiar, diseñar y manejar agroecosistemas que sean productivos y conservadores del recurso natural, y que también sean culturalmente sensibles, socialmente justos y económicamente viables…". El desarrollo en lo conceptual, en lo científico y en la diversidad de prácticas territoriales de la Agroecología ha sido enorme, y se parece a una marea político-cultural difícil de detener, como ocurre con la marea feminista a nivel global. En este acaecer de la Agroecología, fue hermanándose, especialmente en Latinoamérica, con la Soberanía Alimentaria como dos caras de una misma moneda que exigen fortalecer las decisiones autónomas, tanto para liberarse progresivamente de “paquetes” que no armamos nosotros, como de “tecnologías” que no sean apropiadas a nuestras necesidades. Y esta moneda está en el aire. Pero nos recuerda que en nuestras mesas familiares estamos corroborando todos los días, que “alimentarse también es un acto político”.
4. “La tierra no nos
fue heredada por nuestros padres, nos fue prestada por nuestros hijos”.
Esta síntesis expresada alguna vez por un gran líder mexicano (Luis Donaldo Colosio Murrieta), dice una verdad sistémica que nos invita a pensar y pensar-nos no como “un evento” (tan caro a la cultura de la transgénesis hegemónica) sino como “un proceso”, y como tal, es de esperar avances y retrocesos, tensiones y transiciones de todo tipo. La Agroecología en general -y también en el Congreso Nacional de Agroecología que se hará en octubre en Resistencia/NEA - podríamos analizarla con un prisma similar: observarlo como una “onda”(o evento) de época, que puede ser reemplazado oportunamente (por agotamiento o domesticación), por otra “onda” (o evento); ò también puede asumirse como un proceso/paradigma en desarrollo, que vino para quedarse y por lo tanto debe prepararse para ser impactado e impregnado por la totalidad de las estructuras, las prácticas y procesos de producción, consumo, energéticos, educativos, logísticos, culturales, políticos, financieros y de la geopolítica regional/internacional. Existen algunas certezas: *) hay una descomunal evidencia de la insustentabilidad social, ambiental y productiva del modelo hegemónico; *) hay trayectoria y solidez conceptual para un nuevo paradigma: el enfoque del Buen Vivir[7] de nuestros ancestros originarios, el mismo PNUMA (a pesar de su debilidad operativa), la Carta de la Tierra (Leonardo Boff,2000)[8], Los 10 elementos de la Agroecología (FAO, 2014)[9], “Laudato Sí” (Papa Francisco, 2015) y numerosos aportes realizados por referentes sociales, culturales y políticos. Entre estos últimos, en Argentina no podemos soslayar el documento “Mensaje a los Pueblos y Gobiernos del Mundo” del General Perón, que difundiera en febrero de 1972 desde su exilio en Madrid[10]; *) Se multiplican las experiencias en todos los continentes, en pequeñas, medianas y grandes extensiones de modelos productivos con enfoque agroecológico; *) hay decenas de aportes científicos- técnicos que sistematizan estas experiencias y producen conocimiento de validez general, y consolidan los saberes locales; *) hay en progresión numerosas iniciativas locales, provinciales y nacionales que le dan rango institucional a políticas públicas de promoción de la Agroecología (NR: como ejemplo en Argentina se presentó este martes 15 de junio de 2021, un Proyecto de Ley Nacional de Fomento de la Agroecología).
5. “Para que no
arranquen el monte de mí”.
En el marco de este
amplísimo y largo “proceso” es que se produce en Argentina el 1er. Congreso
Nacional de Agroecología (CAAE) en Mendoza en 2019, organizado por la
recientemente conformada (2018) Sociedad Argentina de Agroecología (SAAE), que
dejó una valiosísima Memoria[11]
de los trabajos presentados, accesible a la Comunidad interesada. En ese
Congreso se decidió organizar el II Congreso Nacional de Agroecología en
Resistencia que se concretará en forma virtual, los días 13, 14 y 15 de
octubre. Este Congreso tiene una Coordinación
y Organización como Región NEA, con el impulso y colaboración de
organizaciones sociales, apoyo de organismos del Gobierno, y la activa
presencia de las seis Universidades Públicas que funcionan en el Nordeste
Argentino (UNNE, UNCAus, UNF, UNAM, UTN y UNAU). Toda la información de interés
sobre este II Congreso se puede encontrar en el sitio oficial del mismo: http://agroecologiasaae2021.uncaus.edu.ar/
Finalmente, cerramos esta nota con un homenaje – penosamente de época - al referente indígena Juan Chico (docente bilingüe intercultural: http://www.juntahistoriachaco.com.ar/index.php/chico), que falleciera recientemente afectado por el covid-19, y que integraba el “Comité de Diálogo de Saberes” de este II Congreso Nacional, donde justamente se sesionará bajo el lema “Entrelazando Saberes hacia el Buen Vivir”. En 2016, organizado por Virginia Russo, del Centro Cultural de España en Rosario, Juan Chico coordinó una jornada con hermanos Qom, bajo una consigna que encarna las viejas y nuevas luchas por la dignidad del Buen Vivir en la Casa Común: “Para que no arranquen el monte de mí” ..
Textos:
Jorge Luis Migueles, médico cirujano, especialista en medicina general y salud
comunitaria/ Participa de la “Red de
Salud Popular Dr. Ramón Carrillo”, Integra
Consejo de Administración de la “Fundación Dr. Ramón Carrillo” Chaco (representando
a la cual integró Equipo Promotores del II CAAE). Este texto fue escrito a
solicitud de una revista digital de Provincia de Buenos Aires, por lo que tiene
formato de artículo periodístico, pero buscando pedagógicamente resumir el
proceso en que se enmarcaba el *II Congreso Nacional de Agroecología* (II CAAE)
que se realizó en Chaco/NEA en 2021.
[1] FAO, citado por Sarandon
( https://www.youtube.com/watch?v=-VEb4-R3UQ0)
[2] Karl Gruber, Nature,
2017. Citado por Sarandon.
[3] http://agroecologiar.com/wp-content/uploads/2019/05/Libro-de-Agorecolog%C3%ADa-Santiago-Sarand%C3%B3n-2014.pdf
[7] https://servicioskoinonia.org/agenda/archivo/obra.php?ncodigo=747
/ https://servicioskoinonia.org/agenda/archivo/obra.php?ncodigo=760
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